En el medio de este proceso tuve una pequeña sorpresa. Hice una breve pausa en la escritura para ir al supermercado chino de mi cuadra a comprar papel higiénico y dejé el guión abierto en la pantalla de la computadora. Al regresar me encontré a mi hijo de 10 años sentado ahí leyéndome el guión con una impunidad natural y sorprendente. Directamente me espetó: "empieza todo demasiado rápido". Y a continuación adivinó el secreto de uno de los personajes que yo pensaba develar pícaramente en el último tercio de la película.
¡He creado un monstruo! Por supuesto que tenía razón en todo lo que me dijo, encima vio una oportunidad que buscaba hace tiempo, la de actuar en una película mía junto a su hermana. Naturalmente deslizó la idea de la escena completa diciendo algo así como "¿Por que no aparecen dos chicos jugando al dulce o truco y somos nosotros?"
Lo increíble en que una escena así quedaba fantásticamente coherente y al mismo tiempo cómica en el guión. De modo que, lo quiera o no, parece que tengo un co-guionista.
Ah, dicho sea de paso el guión me quedó corto, apenas 42 páginas para algo que normalmente tendría 90, así que ya estoy abocado a la tarea de alargar. Pero bueno, seguiré los consejos de mi hijo y haré que la cosa empiece más lentamente, ya estoy cocinando un par de ideas para eso.
¿Por qué alargar el guión y no filmar un mediometraje de 42 minutos? Porque sinceramente... los mediometrajes no existen.