jueves, 12 de octubre de 2017

La otra

La CAMARA B es enviada por las dudas, porque en el set va a haber mucha gente, o va a explotar algo, o va a haber animales, y se busca rescatar un poco de eso extraordinario que va a suceder.
La CAMARA B se acomoda, se adapta, busca su ángulo entre los resquicios que le deja libre el intrincado travelling que han diseñado para la CAMARA A. Por eso sus planos son algo erráticos, siempre en tele nunca en angular, los actores aparecen de perfil y mal iluminados, o demasiado hermosamente iluminados.
Mientras la CAMARA A repite siempre el mismo plano, la CAMARA B busca y hace cosas diversas, marginales, improvisadas.
A la CAMARA B le gusta filmar a los actores cuando no están actuando.
Sus tomas son habitualmente arruinadas por la entrada en cuadro del codo del foquista o de la mismísima CAMARA A.
Si quisiéramos contar el relato sólo con el material de la CAMARA B nos quedaría un cuento fragmentado, confuso, nos quedaría una historia contada por detalles paralelos a la acción principal.
El material filmado por la CAMARA B es inservible en una proporción mucho mayor al de la CAMARA A, es decir que trae mucha basura.
Sin embargo, casi siempre entre toda esta marginalidad audiovisual aparece sin advertencia la captura de un momento, un gesto, un movimiento, que resulta una piedra angular del relato injustamente menospreciada por la florida o prolija puesta de la CAMARA A. Casi siempre la historia que contamos es salvada desinteresadamente por el material que nos regala la CAMARA B.
Gracias CAMARA B.

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